La noche en el Allianz Arena no fue una más en la historia de la UEFA Champions League: fue el escenario de una auténtica consagración. El Paris Saint-Germain rompió todos los pronósticos y también récords al vencer 5-0 al Inter de Milán, es la primera final en la historia del torneo que termina con una diferencia de cinco goles.
Con este triunfo, el club parisino no solo levanta por primera vez “La Orejona”, sino que redefine su identidad: deja atrás la era de los “galácticos” y se convierte en una máquina perfectamente ensamblada bajo el mando de Luis Enrique, que logra así su segundo título continental como entrenador.
Lo del PSG fue un espectáculo de principio a fin. Con una gran alineación, el equipo francés salió a comerse el césped desde el primer minuto. La presión alta, los desmarques constantes y una verticalidad implacable dejaron sin respuesta al equipo de Simone Inzaghi.
Los goles llegaron en cascada: uno de Hakimi, doblete de Désiré Doue, otro de Kvaratskhelia y uno más de Mayulu. Quienes se consagran como símbolos de esta nueva generación. El Inter, con figuras de peso como Lautaro Martínez y Çalhanoğlu, nunca encontró el ritmo ni la reacción.
El conjunto italiano, llegaba como un rival de respeto, con una temporada sólida en la Serie A y una plantilla con experiencia. Hoy simplemente no estuvo a la altura del reto. Superados en táctica, física y emocionalmente, los nerazzurri vivieron una de sus noches más oscuras en Europa.
Cuando el Paris Saint-Germain ya había alzado la Orejona y la celebración tocaba su punto más alto, llegó el instante más emotivo de la noche. Desde el sector ocupado por la afición parisina se desplegó un tifo gigante con la figura de Xana y Luis Enrique a su lado clavando la bandera del PSG, como en su momento lo hizo en 2015 cuando Barcelona ganó la Champions. Recordemos que su hija falleció en 2019 tras una gran lucha contra el cancer.
Más allá de la hazaña deportiva, el gesto de la afición del PSG recordó que el fútbol también tiene alma. Fue un tributo profundo y silencioso, nacido del amor y del respeto por un hombre que reconstruyó un equipo y también una parte de sí mismo.
Este 5-0 no es solo un marcador. Es un antes y un después. Nunca en la historia del torneo (desde su creación en 1955) una final había terminado con una diferencia tan abrumadora. Ni el Real Madrid, ni el Milan, ni el Barcelona. Solo este PSG, joven, colectivo y ambicioso, se atrevió a escribir una nueva página.
Con el título, el PSG se gana su lugar en la Supercopa de Europa y la Copa Mundial de Clubes 2029, pero sobre todo, entra a una élite que por años se le negó. Ya no es solo el club de los millones de Qatar. Es, oficialmente, el mejor equipo de Europa.
